Dos asturianos, un ucraniano y un húngaro tienen entre manos un proyecto que podría revolucionar el mundo de los residuos. Se trata de eliminar residuos emitiendo cero contaminantes y, además, obtener productos útiles: desde metano hasta escorias basálticas. ¿Cómo? Primero triturando los desechos al tamaño de confeti y luego mediante gasificación rápida por plasma que con la ayuda de altas temperaturas (hasta 15.000 grados centígrados) transforma la materia orgánica de un estado sólido a gaseoso.
La tecnología fue patentada el año pasado por el físico ucraniano afincado en Asturias Arian Mamayenko y se prueba en el laboratorio. Queda por ponerlo en práctica. Y eso es lo que harán ahora, con la ayuda de Mamayenko, el arquitecto Miguel Ángel Martínez San Miguel y el industrial Ángel Fernández Fernández, quienes han constituido la empresa Ciencia y Energía en Estado Puro. En una nave industrial de Olloniego construirán “ya” una planta piloto, que estará en funcionamiento “a finales de este año o principios del próximo”. “Esto no tiene nada que ver con lo que se hace ahora para tratar los residuos (clasificación, incineración, pirólisis…). Y no hay nada igual en otros países”, garantiza Arian Mamayenko, que llegó a España hace 23 años y dirige la empresa Metaplasma.
La planta que promocionan es totalmente verde. No contamina ni genera malos olores. Tanto es así que “no tiene goteras, ni chimeneas, ni desagües…” e “incluso se podría instalar dentro de un hospital” para destruir sus propios residuos, subraya Ángel Fernández, de 64 años, obrero de la construcción. Hace tres años conoció a Arian Mamayenko y se entusiasmó con su proyecto. “Los autónomos nunca se jubilan y es una idea muy atractiva”, dice el arquitecto Miguel Ángel Martínez San Miguel, de 68 años, que también se sumó a esta aventura por su amistad con Fernández y porque siempre le ha interesado el tema del reciclaje. El equipo lo completa el húngaro Lazar Delegado de la empresa Int-Energia Kft.
La planta piloto, que entrará en funcionamiento en los próximos meses, podrá gestionar 100 kilos de residuos por hora y el objetivo es que empresas de todo el mundo vayan a verlo a Olloniego. “Hay un interés mundial”, dice Arian Mamayenko, porque el problema de la basura es mundial. Sin ir más lejos, esta tecnología podría ser una solución a la falta de espacio que tiene el vertedero de Serín. “Enterrar los desechos es como poner la basura debajo de la cama”, dice Mamayenko, quien tampoco ve efectiva la separación. “El 25% se recicla, pero el 75% restante se queda”, añade.